Calvino, acaso si es su nombre verdadero, camina a la trastienda culebrera a averiguar la procedencia de aquel asesinato... Acaso busco mi perdón? no me lea mal, dice Calvino, búsco la magia de mis piedras y como llegó a mí, repito, no! usted querido lector mi compañero de corrección, la magia de aquellas cosas que las llamaba antes, cosas, Pues lo acometido si aun quiere seguir interrogando, fue JUSTICIA.
los arboles cabeceadores de mis cantos

Los pergaminos del canto se fueron a las orillas del mar inquieto y ruin
entre las botellas se encuentra un papel de arbol
Nada me es dado sino mi destierro, aqui alberto la canasta del tic tac, el tiempo trasiende en otra escalafon, las incilopedias supeditan poemas perdidos en la oriila de esta parte de castillo. Cuantas ilusones s pierden a la utopia del individuo, acaso el juega con la pelota del mundo? el tiempo transita en su lado, cual inquieto extinto ... El miedo ulle en otra orilla, las escaletas otra vez suenan mal. La estacion de la radio se prende con la ilusión de una guerra y la pronta salvacion de algu esejismo, quiza la venganza y la otra orilla esta en esta tiniebla inquebrantable, quiza programa al tipo de quiza... no no tanto es un libro negro que se cierra si la vela extingue ufano de la esclavitud. Acaso este poema interpela en otra orilla el los ojos de aquel duende se encienden y el tiempo se detiene. cada vez. cada vez suena el tic, tac de las sombras escurridizas y lindas. Acaso ese dia llegue y pronto de vueltas entre la pared y se plsme en una letra. escanzar? descanzar? frente de los astilleros un hombre corre hacia las botellas y fue un espejismo, otro dia, otra luna, la briza sopla al arrebol de las extintas olas de la playa que trantiende hacia la mar

esa parte se pierde, quiza las desazon, las inquietas escaramusas se resumen en la tristeza o a quien canto? pregunta una vez mas
los miedos se pierden, las lecturas serpentean otra escaramusa de las aflicciones, doy un canto libre a la salvación? de quien sino de aquella estrella distante. acason bociferan las telarañas y los huevos de dragon serpentean las insignias de sta posicion de los claveles, los claves se tejen una vez mas a los decapitas, alguien viene toca la puerta y quien es sino el hombre de los fuegos, el hombre de los fuego? si otros lo llaman el fauno o bien un gato giigante, son muchos los nombre del terror que impela esa creatura que se torno

Calvino, acaso si es su nombre verdadero, camina, con su odre sujetado de su cinturón, a la trastienda culebrera del asesino...
Acaso busco mi perdón? no me lea mal, dice Calvino, búsco las acusaciones que de mi impelan estas notas de pistas. -Repito, no! usted quien lea estas líneas, la magia de aquellas cosas que las llamaba antes, cosas, Pues lo acometido si aun quiere seguir interrogando, fue JUSTICIA.
los arboles cabeceadores de mis cantos



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